miércoles, 19 de julio de 2017

LAS ENSEÑANZAS DEL TAO


Un día le dijo Buda a su discípulo: "Tengo sed, tráeme agua de ese lago." En el momento que el estudiante llegó al lago para recoger el agua y llevársela a su Maestro, las calmadas aguas del lago se azotaron con violencia enturbiándola, de forma tal, que era imposible recogerla. El adepto pensó ¿Cómo podré yo llevarle a mi Señor esta agua tan fangosa? ¡Imposible! No puedo hacerlo. Y pensando esto volvió al Buda y le contó lo acaecido. Al llegar y relatarle cómo había hallado el agua, éste le pidió que en media hora volviera al lago y le trajera el agua, pero, pasado el tiempo, el discípulo volvió al lago sólo para confirmar que el lago seguía turbio y revuelto; así es que volvió y se lo informó al Buda. Poco tiempo después el Maestro le dijo que fuera de nuevo por el agua y esta vez, al llegar, encontró el lago sosegado y tranquilo; totalmente claro y hermoso. Tomó el agua y se la llevó entonces a su Maestro. Buda miró el agua y luego miró a su discípulo y le dijo: “¿viste lo que ocurrió con el agua? Estaba revuelta y se calmó. Así es tu mente. Cuando esté revuelta dale tiempo para que se calme y el sosiego se manifestará. Mantener tu mente en calma no es un trabajo extenuante, sino un trabajo de menor esfuerzo que puede lograrse con constancia y tiempo. ¡Ten PAZ!